Para enfrentar la tempestad, la industria inmobiliaria debe ajustar las velas para evitar perder
el rumbo ante los retos de la inflación.
Por Horacio Urbano*
De acuerdo con los especialistas, esta temporada compleja de altos índices de inflación se extenderá por al menos dos años más.
Y eso es mucho tiempo considerando el impacto real que, más allá de la frialdad de un reporte financiero, está tendencia provoca en los bolsillos de la gente.
No será fácil navegar por estas aguas, porque la inflación encarecerá todo tipo de bienes y servicios, afectando, consecuentemente, las capacidades de consumo y ahorro que puedan tener empresas y familias.
Afectando la posibilidad de abrir nuevos negocios y generar más fuentes de empleo.
Y esto, además, viene acompañado por la serie de cambios que estamos experimentando en todas las actividades que definen nuestra forma de vida.
Industria inmobiliaria bajo fuego
¿Qué va a pasar con el mercado inmobiliario? Muchas cosas, porque esos cambios en la forma de hacer lo que estábamos acostumbrados a hacer, implica ajustes en los modelos de ocupación, y consecuentemente en la demanda, de todos los segmentos que definen esta industria.
Y cuando hablamos de ocupación, hay que entender que así como nos referimos a los más que conocidos esquemas de compra o renta, hay que abrir la imaginación para reconocer otros sistemas menos convencionales, pero que sin duda, cada vez toman más fuerza, como el coliving o su primo hermano el coworking, la propiedad fraccional, y muy variadas modalidades de compra como inversión.
Y por supuesto, y en consecuencia, también hay que reconocer que se rompieron los esquemas tradicionales que por mucho tiempo habían definido Ios proyectos inmobiliarios, y que así como debemos acostumbrarnos a nuevos estilos arquitectónicos y a nuevos ideales de diseño urbano, como los usos mixtos, también debemos asumir que los ajustes a la forma de usar los espacios también marcarán nueva forma de entenderlos.
Respuestas ante el cambio
Porque claro, si hace apenas 20 años podíamos hablar de un prototipo predominante en el mercado de la vivienda, podríamos decir que se trataba de un espacio de dos recamaras con al menos un cajón de estacionamiento, pensado para dar respuesta a una familia que en aquel momento entendíamos como tradicional.
Pero hoy las cosas han cambiado y un viviendologo serio, debe ser capaz de plasmar en sus proyectos los enormes cambios que se viven en nuestras sociedades.
Cambios que claro que implican seguir haciendo aquellos prototipos standard de dos recamaras, pero quizá considerando que pueden no tener estacionamiento, pero sí espacios para guardar bicicletas, y si, también, ajustes muy importantes en cuanto a espacios comunes y vínculos con la ciudad.
Cambios que también implican generar respuestas para las diferentes necesidades y posibilidades de quienes se puedan demandar una vivienda, lo que podemos traducir en miniviviendas monoespacio, proyectos que respondan a las características de un coliving o un coworking, o que estén pensados para un mercado de compradores inversionistas (que también se vale).
Cambios que pueden implicar nuevas modalidades de financiamiento y subsidio.
Los retos de la inflación
Y claro, en un mundo ideal, la industria inmobiliaria debe hacer una apuesta definitiva y contundente en favor de proyectos de alto y medible impacto social, ambiental, económico y urbano.
Pero la pregunta es, ¿Cómo trascender en la calidad de los proyectos cuando la inflación genera enormes presiones en los costos y enormes presiones también en la demanda?
¿Cómo evitar que la necesidad de cortar grasita excedente en los proyectos se lleve entre las patas toda la innovación que hoy debiera marcar al sector inmobiliario para generar esos proyectos que sean los puentes al futuro que necesitamos?
Esto es tema que preocupa profundamente a la industria, que, sin embargo, poco puede hacer si las respuestas no se buscan a partir de la suma de voluntades y esfuerzos de empresarios y autoridades.
Tiempo de alianzas
Los empresarios están preocupados no sólo por las presiones que tienen en todos sus indicadores de negocio, sino también, porque de esa alianza con las autoridades depende plantear objetivos de largo plazo encaminados a beneficiar a la sociedad y a las ciudades, lo que, en consecuencia, se debe traducir en una hoja de ruta y un futuro para la industria inmobiliaria.
No hay que perder de vista que estos tiempos complejos no deben quedar como un mero agujero negro en un momento de la historia.
Toca crear condiciones que permitan que al tiempo que hacemos frente a la turbulencia económica y sus impactos inflacionarios, se siga trabajando en la definición de objetivos de largo plazo y en crear condiciones que permitan alcanzarlos.
Sin perder el rumbo
Por difícil que parezca, el reto inmenso es sortear la tempestad avanzando y sin perder el rumbo.
Y para enfrentar la tempestad, la industria inmobiliaria debe ajustar las velas para evitar perder el rumbo ante los retos de la inflación.
Toca a los empresarios inmobiliarios trabajar con las autoridades para hacer los ajustes necesarios a los instrumentos de planeación urbana que hoy son la causa de la parálisis del sector y la consecuente fuga de inversiones.
Toca a las autoridades dar prioridad a las necesidades de la gente. Necesidades en que inevitablemente figuran temas como viviendas, y lugares de trabajo, comercio y esparcimiento; activos inmobiliarios, pues.
La inflación le pega a quienes producen y a quienes consumen.
Y aunque la inflación no se puede frenar por decreto, sí que existen cosas que se pueden hacer para atenuar su impacto.
Es, insisto, tema de voluntad y de tener la capacidad de crear o fortalecer las alianzas necesarias para hacerlo.
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano
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Horacio Urbano
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