Por Dara Brito*
El espacio público siempre se ha encontrado ahí: en las calles, en los parques. Ha formado parte de nuestro paisaje urbano, sin embargo, con el crecimiento cosmopolita de la ciudad, representa un área que parece en el olvido. Se trataba de ese espacio no racionalizado que sólo existía como sobrantes urbanos, que enmudecía ante la sociedad y al que no se le prestaba atención.
Contextualizando en la Ciudad de México, la pandemia nos abre nuevos paradigmas, ya que estos sitios fueron considerados cómo focos de infección por tratarse de lugares concurridos por muchas personas, las preguntas son, ¿Cómo volver a empoderarlos bajo esta nueva normalidad?, ¿Cómo dotarlos del lugar e importancia que les corresponde?.
Convendrá analizar qué concepto podemos guardar en nuestro imaginario personal y pretendemos convertirlo en pasado a nivel colectivo sobre el espacio público, y proponer las reflexiones necesarias que permita a los usuarios potenciales convertirlos en hitos (en el lenguaje de Kevin Lynch) dentro de nuestra comunidad.
Una solución será propiciada a través de la iluminación, elemento vital dentro del espacio público, y que es capaz de convertirlo en el escenario perfecto para que la sociedad florezca e igualmente disminuir los problemas de seguridad. Pero una iluminación racional y sustentable con un principio básico que es el ahorro desde su concepción.
Citando ejemplos reales y actuales dentro de la alcaldía Iztapalapa, lograron descifrar éste juego de palabras y contestar los cuestionamientos de los que hablamos párrafos atrás, y convertirlo en una expresión artística y real que viven ahora sus habitantes a través de los nuevos espacios públicos que se crearon para satisfacer la recreación, el deporte y/o simplemente tener esos nuevos espacios públicos de convivencia.
Se debe aprovechar la riqueza cultural del espacio público, para impregnar los nuevos ambientes de su propia identidad. Que cada usuario o visitante entienda el lenguaje del sitio con sus materiales, en la forma misma de su arquitectura o sus formas emblemáticas.
Creo que debemos seguir buscando políticas públicas que contribuyan a generar más espacios públicos reales, cuidar no tener equipamientos que no se requieran o que sean afines al sitio porque no se hicieron de acuerdo a un estudio o a una demanda real de necesidades, ya no más espacios que no sean auto sostenibles y que luego el gobierno no tenga el recurso suficiente para mantenerlos. No más elefantes blancos.
Buscar que los Colegios de Profesionistas puedan involucrarse de maneras trascendente con las políticas públicas de cómo se manejan los espacios públicos y de cómo se hace ciudad porque es nuestra responsabilidad como actores principales, y seguir generando proyectos detonadores de crecimiento alrededor de estos. Acciones en lo colectivo y en lo individual que favorezcan los espacios públicos. Hay mucho que hacer y el compromiso es de todos.
*Dara Brito
Arquitecta, Vicepresidente de Asuntos Académicos del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México
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Columnista invitado
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