Por Horacio Urbano*
Para nadie ha sido fácil sobrevivir una pandemia cruel y del todo inesperada, que ha tenido un impacto inmenso en nuestra forma de vida, provocando muertes, incertidumbre y una marcada desaceleración de la actividad económica.
No ha habido sector productivo que no resultara afectado por los cierres de actividades decretados por los gobiernos para hacer frente a la emergencia sanitaria o por los ajustes forzados en las distintas actividades que hasta hace poco más de un año considerábamos cotidianas y que eran causa de una actividad económica igual de cotidiana.
La industria de la construcción no ha sido excepción, con el agravante de que ya venía arrastrando trimestres de una desaceleración que afectaba a todos los segmentos que la forman.
La gráfica es simple… Una caída sostenida representada en una línea a la baja, que de pronto se desploma en una caída vertical hace poco más de un año, justo cuando se anunció el cierre de actividades no esenciales y que la construcción no fue considerada esencial…
Una caída en vertical que de pronto se detuvo para estabilizarse en un débil desempeño horizontal… Sin caída, pero sin recuperación, o, si acaso, con una recuperación tan marginal, que en nada ayuda para revertir los efectos de la caída compuesta por los periodos pandemia y prepandemia.
Y así llegamos al Día de la Santa Cruz… la tradicional fiesta anual de las trabajadoras y trabajadores de la construcción: el Día del Albañil…
Hay que decir que para los albañiles, sus familias y las comunidades en que viven, todo esto ha estado lejos de ser fácil…
Son trabajadores que viven al día y que difícilmente sobrevivieron el cierre de las obras.
Muchos enfrentaron severas crisis personales al tener que permanecer en sus casas o tener que buscar otras fuentes de ingresos, así fuera en segmentos de la misma construcción, pero ajenos a sus áreas de experiencia.
Aunque, también hay que decir, muchos siguen entregando su esfuerzo a una industria de la construcción que, a pesar de todo, ha sido resiliente y capaz de crear condiciones para frenar la caída, sin dejar un solo momento de trabajar para crear también condiciones que hagan posible que cada uno de los segmentos que la integran empiece un proceso de verdadera recuperación.
La recuperación de la industria de la construcción pasa evidentemente por la obra pública… Que ha visto caer la inversión y privilegiar proyectos emblemáticos cuya realización ha sido encargada a las fuerzas armadas.
La pandemia hace evidentes los riesgos de recortar inversiones y dejar fuera a la iniciativa privada -y su experiencia, capacidades instaladas e inversiones- de un poderoso e incluyente sistema de obra pública.
Más aún en tiempos en que la recuperación exige la activa participación de todo el conjunto de la industria de la construcción y que esto sea sin merma de su potencial.
Porque no sobra decir que las obras privadas pasan también por momentos muy complejos, con segmentos tan golpeados como el turismo, las oficinas o los centros comerciales, cuyo deterioro no se compensa con los buenos desempeños registrados en los segmentos industrial y vivienda.
Toca festejar a los albañiles reconociendo la urgencia de crear condiciones que permitan acelerar la plena reactivación de la industria de la construcción.
Tema verdaderamente importante que demanda a los gobiernos voluntad política, coordinación institucional, inversión pública, facilidades regulatorias, transmitir confianza a los inversionistas y evidente voluntad de trabajar con la iniciativa privada.
Hoy es un día de fiesta…El Día de la Santa Cruz, que nos da la oportunidad de reconocer lo que la industria de la construcción y los millones de hombres y mujeres que trabajan en ella, hacen por el país.
Por Horacio Urbano*
Presidente de Centro Urbano
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Horacio Urbano
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