viernes, 21 de mayo de 2021

Bioconstructores

Por Jimena Peña Uribe*

Es casi un lugar común hacer referencia a los inventos o descubrimientos que han revolucionado a la humanidad, podríamos remontarnos a la Revolución Cognitiva (hace 70,000 años) con los primeros seres humanos que habitaron la tierra, así como a la agrícola (hace 12,000 años) y la científica (hace 5 siglos), seguidas por la primera y segunda etapa de la Revolución Industrial en los siglos 18 y 19, donde la invención del motor de vapor, la producción mecanizada y el uso de la energía eléctrica dieron paso, entre otras cosas, a la producción en masa y la extensión de los horarios productivos. Finalmente, a mediados del siglo 20, surge la producción automatizada seguida por la digitalización y hoy, nos aproximamos a una cuarta revolución industrial que busca introducir aspectos biológicos a un mundo mecanizado e hiper conectado.

Lo cierto es que el efecto que la actividad humana tiene en el planeta nos ha llevado a investigar cómo hacer más sustentables los materiales de construcción considerando todo el proceso: madera u otro tipo de material, adhesivos, químicos, huella de carbono generada por el transporte, entre muchas otras posibilidades. Bajo esta perspectiva ha sido posible desarrollar nuevos materiales de construcción que a continuación enlisto:

  • Hormigón armado con fibras de bambú: Investigadores de la Universidad ETH de Suiza, crearon un material a base de fibras de bambú que es altamente resistente, deformable, resistente al agua y no corrosivo. La investigación del bambú como material de construcción se ha basado, hasta ahora, en los conocimientos adquiridos gracias a la madera y, aunque exitosos, la tecnología está llegando a un límite, por lo mismo, si queremos que el bambú como material de construcción se estandarice, se necesitará una nueva generación de maquinaria especializada. La ventaja del bambú sobre la madera es que ocupa menos espacio y tarda menos en crecer, sin comprometer la funcionalidad de las construcciones.

Ahora bien, uno de los grandes desafíos para que esta tecnología prospere, es que el bambú es cultivado, necesita nutrientes, agua y lo más importante de todo – espacio para crecer. Por supuesto, en un mundo en el que cada metro cuadrado de tierra vale oro y varias industrias compiten para usarlo a su favor, se necesita tener prioridades. Esto quiere decir que el cultivo del bambú como material de construcción competiría, hipotéticamente, con la industria agropecuaria y claro que, desde el punto de vista de la sustentabilidad, habría que evitar las mono-culturas de bambú.

 

1: losa de hormigón

2:bambú parcialmente partido

3: diafragmas de enclavamiento

 

 

 

 

  • Bioplásticos: Gracias al alto contenido en celulosa, almidón, grasas y minerales, los restos de la cosecha de diferentes cereales pueden convertirse en biopolímeros o biocompuestos, es decir, materiales que están compuestos por fibras agropecuarias y aglutinantes que en vez de competir con la industria agropecuaria usan sus residuos para desarrollar otros productos. Así pues, se le conoce como agroplásticos a los biocompuestos que utilizan termoplásticos como aglutinante.

Un buen ejemplo del uso de este nuevo material de alta calidad fue la construcción en el 2013 del pabellón “ArboSkin” en Stuttgart, Alemania por parte del EFRE (European Regional Develpment Fund). La fachada está construida con bioplásticos y demuestra ser ligera, no flamable, modular, reciclable y altamente adaptable a nuevos requerimientos que, además, puede ser utilizada como como composta al final de su vida útil.

Pabellón Arboskin

 

  • Micelio: Aún más interesante me parece el micelio, la raíz de los hongos que además de estar a punto de redefinir el urban farming, puede usarse en el desarrollo de productos y/o materiales de construcción que permitirían cumplir diferentes funciones arquitectónicas, estéticas y estructurales; pero lo mejor de todo, es que al alimentarse de celulosa de restos vegetales o fibras agropecuarias, los productos originados del micelio no necesitan aglutinantes pues las raíces de los hongos cumplen esa función, es decir, puede crecer dentro de su mismo espacio de aplicación a diferencia de los agroplásticos. La elaboración de productos a base de micelio consta de pocos y sencillos pasos, ¡hasta tu mismo podrías hacerlos en casa! El resultado es un material compuesto por biominerales –igual que tus huesos, los corales o las conchas de animales– que es altamente resistente y ecológico.

Para su producción, el micelio se deja reposar junto con restos vegetales, como papa, madera o fibras de maíz, entre otras posibilidades, y, por supuesto, el producto final estará influenciado por el alimento que se use. Las raíces de los hongos crecen rápidamente y en unos pocos días forman una estructura esponjosa que se transfiere a algún contenedor con la forma deseada, donde debe de ser comprimida por algunos días. Finalmente, cuando la masa está suficientemente densa, las raíces se queman o secan para frenar su crecimiento y habilitar su uso.

Ladrillos de micelio

Y bueno, seguramente se preguntarán porqué seguimos usando siempre los mismos materiales habiendo tantas soluciones sustentables a nuestro problema de recursos. Claramente, una parte tiene que ver con la cultura de la Revolución Industrial y la estandarización de los productos, al mismo tiempo que se necesitan desarrollar reglamentos y normas de calidad, establecer precios, tiempos de producción, estándares de seguridad y un largo etcétera que permitirán con la producción masiva de estos nuevos materiales. Asimismo, se necesita desarrollar una nueva generación de maquinaria que atienda las necesidades a nivel local, regional, nacional e internacional.

La buena noticia es que se ha demostrado que los nuevos productos sustentables pueden hacer la tarea de los materiales que están en uso el día de hoy, sin comprometer la calidad y estabilidad del producto final. Solo nos queda esperar a que la forma de producción se estandarice para celebrar la Cuarta Revolución Industrial, en la que parámetros de medición completamente inexplorados como “tiempo de crecimiento” redefinirán nuestra forma de percibir los edificios, sus materiales y nuestro estilo de vida.

*Jimena Peña Uribe

Estudiante de Arquitectura

Jimena es estudiante de arquitectura en el Karlsruher Institute für Technologie en Alemania. Le apasiona comprender y analizar la forma en que los seres humanos ocupamos nuestro entorno, la forma en la que éste evoluciona y los pilares que sostienen la vida pública, pero le preocupa la falta de equilibrio con el medio ambiente. A través del urbanismo y la sustentabilidad busca construir un mejor futuro para todos.

 

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Columnista invitado

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