El mundo se quema y todos callamos como momias; tomemos viviendas y ciudades como arma para enfrentar la emergencia climática.
Por Horacio Urbano.*
A ver… Entendámonos… No es que nos vaya a cargar el payaso con la crisis climática…
YA NOS ESTÁ CARGANDO.
Porque tendría que ser un tremendo llamado de atención llegar al punto en que lo atípico se está haciendo lo típico.
No es una trivialidad que Dinamarca, Canada o Alaska hayan tenido los días más calientes de su historia o que los londinenses se hayan topado con la sorpresa y las inconveniencias de vivir temperaturas por encima de 40 grados centígrados.
El mundo se quema y todos callamos como momias o peor, consideramos meras anécdotas y notas de frívola actualidad estos claros mensajes de un planeta que difícilmente logrará sobrevivir a la irresponsabilidad de sus gobiernos y la desidia de sus habitantes.
Si los gobiernos no se dejan de rollos y pasan a las acciones y la gente no alzamos la voz para exigirles resultados, estaremos ante escenarios ya francamente propios de una película apocalíptica.
El mundo se quema
Será justo como dice Daniela Méndez, amiga querida y joven ingeniera mexicana especialista en resiliencia y adaptación climática y social, y con una trayectoria profesional muy importante, fundamentalmente fuera del país, y que escribió en Twitter (@ExChavitaBien): “no diseñes para más allá del 2080, igual no vamos a sobrevivir”.
También se lamenta mi querida ExChavitaBien de que, absurdamente, la gente sigue pensando en la sostenibilidad como algo opcional.
Y el caso es que no.
Justo en estos días Groenlandia vive bajo temperaturas “atípicas” (jaja) que rondan los 15 grados centígrados, lo que significa que viven en un proceso de deshielo que allá se nota en el constante sonido del hielo al desquebrajarse y fundirse, en que las pistas aéreas tradicionalmente congeladas no se pueden usar porque se han reblandecido y llenado de agua, y en que la gente sale a pasear en bermudas y camiseta, eso sí, con los glaciares de fondo.
Pero que en el resto del mundo se habrá de notar, entre otras muchas consecuencias, cuando se eleve el nivel de los oceanos poniendo en riesgo a las ciudades costeras y cuando se noten cambios significativos en flora, fauna y fuentes alimentarias.
Callamos como momias
Algo tenemos que hacer, y siendo un tema de sobrevivencia global, es claro que atañe a los gobiernos, a los sistemas económicos y financieros, pero también, en forma muy importante, al ciudadano común.
Insisto; el mundo se quema y todos callamos como momias.
Y no. Nos toca a todos levantar la voz para exigir acciones tanto a los gobiernos, como a los organismos internacionales y sistemas económicos y financieros.
Urge levantar la voz y exigir…
Pero ojo. Tampoco nos hagamos güeyes, porque urge también que asumamos esto con responsabilidades individuales que reflejemos en lo cotidiano y en la forma en que entendemos nuestras actividades sociales y productivas.
Nos toca a nosotros, la gente, comprometernos a reducir las huellas de carbono de nuestras vidas cotidianas y nuestras empresas. Ajustemos lo básico para poder asumir retos relacionados con los modelos de producción de cosas tan importantes como viviendas y ciudades.
Viviendas y ciudades
Urge, por ejemplo, que habiendo reconocido la importancia que tienen viviendas y ciudades en los procesos de construcción de mejores escenarios de futuro, abordemos sus retos a partir de una visión poderosa e integralmente sustentable y sostenible.
Tendría que ser impensable asumir Políticas urbanas o de vivienda que no tuvieran como prioridad ser parte del combate a la emergencia climática.
Y esto tiene que ver con la forma de entender esas viviendas y esas ciudades y con la forma de diseñarlas, construirlas, financiarlas, gestionarlas y vivirlas.
Hay que pensar en los criterios de diseño y materiales de construcción que usamos. Hay que pensar en metas como minimizar el consumo de energías contaminantes lo mismo en viviendas que en todo tipo de activos inmobiliarios o infraestructuras urbanas.
Urge tomar viviendas y ciudades como instrumentos indispensables y urgentes de resiliencia y adaptación social y ambiental.
Urge entender el impresionante poder que tienen las ciudades.
Entender que así como hoy los procesos urbanos son una de las mayores fuentes de contaminación, en nosotros está convertirlos en instrumentos de regeneración urbana y ambiental.
Cambiar el futuro
Toca trabajar juntos en la construcción de entornos integrales encaminados en esa dirección.
Entornos que tomen como base un cambio cultural que ponga en sintonía visión, objetivos y acciones de gobiernos, sociedad e iniciativa privada.
Toca reconocer la necesidad que tenemos de generar más y mejores viviendas y ciudades, y toca entender que ello parte de políticas públicas, regulación, inversión pública y privada, fuentes de capital y financiamiento, y compromiso de la sociedad.
Hay que entender que necesitamos viviendas más verdes que nunca… Viviendas verdaderamente verdes, que formen parte de procesos urbanos todavía más verdes.
No hay tiempo que perder. Sobran diagnósticos y faltan acciones; el mundo se quema y todos callamos como momias; tomemos viviendas y ciudades como arma para enfrentar la emergencia climática.
Tomemos la oportunidad de decir no a un futuro incierto. Tomemos la oportunidad de cambiar el futuro.
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano
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Horacio Urbano
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