viernes, 30 de julio de 2021

Parque Lineal Periférico Oriente

Gustavo López Padilla*

Se reconoce por los estudiosos en la materia, que la habitabilidad de las ciudades está directamente relacionada con el orden y la calidad de los tejidos espaciales y volumétricos, que establecen relaciones entre lo particular construido, los vacíos que constituyen los distintos ámbitos donde se desarrolla la vida colectiva y el medio natural que provee los satisfactores necesarios para la vida. Las ciudades en el tiempo, terminan por constituir en un lugar determinado, un complejo conjunto de experiencias formales edificadas, que coexisten a veces con criterios unitarios y a veces con experiencias contrastantes y diversas, pero finalmente logrando mostrar una presencia urbana que las hace identificables con personalidad propia. Contribuyen directamente con lo anterior, sus densidades edificadas, sus mezclas de uso del suelo, las cualidades de lo construido que responden en primera instancia a interpretaciones culturales, a su desarrollo tecnológico y económico, a sus relaciones con el medio natural geográfico, representando todo lo anterior finalmente posturas políticas. En gran medida, estas calidades habitables de las ciudades, están relacionadas con la cantidad, variedad y calidad de los espacios públicos, llámense calles, plazas y jardines, donde se desarrollan mayoritariamente las relaciones colectivas. Si bien todos estos espacios urbanos son importantes, lo que tiene que ver con los jardines públicos es fundamental, pues dependiendo de estos, se establecen los equilibrios ambientales necesarios para una vida saludable y en estos jardines se desarrolla un conjunto de actividades colectivas satisfactorias y edificantes, que terminan por perfilar conductas colectivas entre los habitantes de las ciudades.

 

 

Tomando en cuenta las ideas anteriores, valoraremos ahora los resultados de la primera etapa del Parque Lineal Periférico Oriente, ubicado en la ciudad de México, en la Alcaldía Iztapalapa, zona de la capital de la República Mexicana que históricamente había recibido una atención desigual y deficiente, por parte de las autoridades del gobierno de la ciudad. Sin embargo, en los últimos años se ha tratado de hacer un esfuerzo por mejorar servicios e infraestructuras de esa entidad de la ciudad, poniendo particular atención en lo que tiene que ver con la disponibilidad de parques públicos, para beneficio de la población del lugar. El Parque que ahora nos ocupa, está ubicado justamente en el área central que queda en medio de los carriles del Anillo Periférico, entre el Eje 6 Sur y la calle 3 José Palacios. Lo delimitan también las fachadas de los edificios de vivienda social, mayoritariamente de cinco niveles, que forman parte de los conjuntos Unidad Habitacional Albarrada Batallones y la Unidad Habitacional Vicente Guerrero. El parque cuenta con una superficie de 50,371.00 m2, 920.00 m de longitud y 55.00 m de ancho, aproximadamente. El diseño del parque fue realizado por los arquitectos Matías Martínez, Esperanza Ramírez y Tania Carro, todos ellos egresados de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.

 

El proyecto se entiende como una intervención y mejoramiento del espacio existente, ya que  contaba con áreas libres, la preexistencia de frontones, algunos quioscos y estaba delimitado por una barda perimetral, lo que constituía una limitación de uso, además de constituir una barrera física y visual para el contexto colindante. El lugar ahora es abierto y el espacio fluye visualmente, articulando el conjunto del entorno urbano donde se ubica, mejorando sensiblemente sus posibilidades de uso, convertido ahora en lugar de encuentro social. Sin embargo es importante comentar, que dado el flujo y velocidad de automóviles que circulan por el Anillo Periférico, al parque y sus servicios se accede por medio de puentes peatonales, lo que limita en buena medida su accesibilidad, particularmente pensando en la movilidad segura de niños, adultos mayores y gentes con capacidades diferentes. Reconociendo las severas condiciones de este flujo vehicular y sus dificultades operativas, sería necesario buscar e instrumentar alguna mejor alternativa de accesibilidad, para que el parque sirviera mejor a la importante población de los alrededores, que habitan en las colonias y conjuntos habitacionales colindantes ya mencionados.

Dadas las características territoriales del sitio, la propuesta de diseño se ordena a partir de la linealidad de un generoso camino peatonal, que recorre toda la distancia disponible, ubicado justamente al centro del espacio en relación a su anchura y a lo largo de su recorrido se van alternando sucesivamente los diferentes servicios con los que cuenta el parque, que tienen que ver con juegos para niños, lugares de descanso, convivencia  y para picnics, zonas especiales para perros, pista para trotar, ciclopista y el mejoramiento de las condiciones funcionales de los quioscos y frontones preexistentes ya comentados. La geometría de la ciclopista, a veces lineal y otras mas un tanto orgánica, se va entrelazando con el camino peatonal principal, volviendo mas atractivo y dinámico su recorrido.

 

Rigurosidad y orden de alguna manera minimalista, caracterizan el diseño, que tiene que ver con el uso de geometrías simples, regulares y estricto despiece de los materiales empleados en el andador, prefabricados de concreto en tonalidades de grises y con la disposición geométrica de los componentes de equipamiento como son lámparas, señalamientos, bancas,  pequeñas esculturas que acompañan el itinerario peatonal, hasta las tapas de los registros necesarios para las distintas instalaciones necesarias.  Las pequeñas esculturas mencionadas, que representan animales y pueden ser motivo de diversión para los niños, son autoría de Ariel Rojo. Se contrasta todo lo anterior con algunas formalidades orgánicas que definen zonas de juegos para niños, el mencionado recorrido de la ciclopista y desde luego la naturalidad de los componentes vegetales, que llegan a mostrar algunas sinuosidades volumétricas. Es interesante también, la interrupción de la perspectiva lineal del camino peatonal, con la ubicación de algunos árboles casi al centro del mismo, estableciendo pausas en su recorrido.

 

 

Vale la pena reconocer que esta bien ejecutada la construcción del parque, sus terminados de materiales, lo cual se aprecia en el orden de los despieces de sus pavimentos, en la definición y acabados de las franjas lineales de concreto que delimitan terminaciones y transiciones entre distintos materiales y en el cuidado y disposición de los componentes vegetales que constituyen sus zonas verdes.

El repertorio de especies vegetales que constituyen las áreas naturales en el lugar es interesante, incluyendo distintas variedades de árboles, arbustos y cubrepisos,  dominantemente verdes, pero que incluyen algunos toques o matices de color, estableciendo contrastes atractivos. Predominan en el parque las áreas que contribuyen de manera importante a la recarga acuífera de la zona y vuelven amables y serenos los recorridos en el lugar. El parque fue inaugurado en enero del año 2020 y a la fecha muestra una grata y amable  presencia, limpia, bien cuidada en lo que tiene que ver con sus áreas verdes y sus equipamientos. Es notable que la gente del lugar lo ha recibido con aprecio, lo ha hecho suyo y ha contribuido a su cuidado. Lo anterior tiene que ver con lo que los estudiosos de las ciudades comentan, en relación a que las calidades habitables y de diseño del espacio público, generan conductas colectivas y en cuanto la gente reconoce el valor de un lugar, se apropia natural y generosamente del mismo, procurando su cuidado, mantenimiento y se conducen correctamente. Con el tiempo, estos lugares se van cargando de historias y significados, pasando a formar parte de la vida cotidiana colectiva. Finalmente, hay que celebrar que la Alcaldía de Iztapalapa, cuente con mas y mejores espacios públicos, que dignifiquen esa zona de la ciudad y mejoren la calidad de vida colectiva de sus habitantes.

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Columnista invitado

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