Por Román Meyer Falcón*
En el año de 1933 el General Lázaro Cárdenas encargó la construcción de la Finca Palmira, un rancho y casa de descanso ubicada en Loma de Pérez, donde entonces eran las afueras de Cuernavaca. En un sitio alejado de la agitación política de la Ciudad de México, perfecto para el retiro y la contemplación, Cárdenas ideó proyectos políticos que marcarían el rumbo de la historia de México.
La finca se convirtió en un sitio de resistencia contra el Maximato, que culminó con la expulsión a California de Plutarco Elías Calles en 1936 por parte del gobierno de Cárdenas. Dos años más tarde, en 1938, fue en el kiosko de Palmira donde se firmó el decreto para la expropiación y nacionalización de todos los bienes petroleros del país, que durante el sexenio anterior Calles había concesionado a empresas extranjeras. Ese hito terminó por convertir a Palmira en un emblema del nacionalismo y la autosuficiencia energética de nuestro país.
Para 1943 los terrenos fueron donados a la Secretaría de Educación Pública para ubicar ahí la Escuela Normal Rural de Palmira para mujeres, donde miles de maestras de toda la república se formaron en una tradición de honesto servicio social para las comunidades rurales. En las décadas siguientes, Palmira continuó su misión educativa, albergando 2 secundarias técnicas.
La inauguración el pasado 4 de agosto de la Casa de la Cultura Lázaro Cárdenas, antigua Finca Palmira, es entonces un evento de gran relevancia histórica y cultural. Gracias a los esfuerzos del Programa de Mejoramiento Urbano de la Sedatu, el proyecto recibió una inversión cercana a los 50 millones de pesos, y beneficiará en primer término a una comunidad de más de 16 mil personas.
La obra puso especial énfasis en el rescate de las fachadas originales, la preservación del estilo arquitectónico y el acondicionamiento de los espacios más amplios al interior para usos múltiples y talleres. Se renovaron los jardines, dando precedencia a la vegetación, de particular importancia para el Gral. Cárdenas, ávido defensor de los recursos naturales del país. El rescate de la zona de la alberca, que se encontraba en completo estado de abandono, fue parte esencial de la renovación y funciona ahora como un espacio para la práctica de natación y demás actividades recreativas.
El proyecto se centra en la formación cultural y artística de las infancias morelenses, con la mayor parte de su programación enfocada en actividades para niños y niñas. La intención es transmitir, a través de la educación, la relevancia de un recinto como Palmira, que es memoria viva de algunos de los momentos más determinantes en la política mexicana del siglo XX. El objetivo es infundir en las juventudes la memoria que guarda el recinto, garantizar sus derechos culturales y enseñarles que al mantener vivos los espacios históricos, se mantienen vigentes los ideales.
Esa es la vocación detrás de la nueva Casa de la Cultura Lázaro Cárdenas, así como del trabajo de rescate a inmuebles con valor cultural que se realiza desde la Sedatu en el marco de nuestros programas prioritarios. La importancia de inculcar conciencia social y orgullo por nuestra historia a las juventudes es fundamental. En este caso, el aprendizaje sucede en un sitio que vio nacer los ideales de autonomía que son el legado del Gral. Cárdenas. Ahora su antigua casa de descanso está dedicada a la educación cultural como la semilla de nuestros valores y nuestra identidad nacional.
Román Meyer Falcón.*
Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano
Gobierno de México
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Columnista invitado
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