Urge entender que si queremos ciudades más humanas necesitamos más y mejores viviendas.
Por Horacio Urbano.*
Quizá los números que usamos para medir el desarrollo no sean tan elocuentes como la cuenta que cada familia paga periódicamente en el supermercado.
Ni para donde hacerse…
Estamos viviendo la inflación más alta en más de 20 años y esto inevitablemente se hace presente en la bolsa de cada familia, minando sus capacidades de ahorro, compra y acceso a financiamiento.
Ni para donde hacerse… Y es así, que en busca de hacer frente a esa inflación, los bancos centrales se han visto en la necesidad de tomar medidas tan drásticas, como elevar sus tasas de referencia.
Es lo que tuvo que hacer Estados Unidos, y justo también lo que acaba de hacer el Banco de México, que apenas el jueves pasado anunció una nueva alza en su tasa de referencia, esta vez en 75 puntos base, que con ello llegó a 8.5 por ciento.
Dinero caro
Y bueno, sobra decir que ello repercutirá en el costo del dinero vía las tasas de interés que habrán de pagar quienes obtengan un crédito. Y esto, evidentemente, incluye a los hipotecarios.
También sobra decir que la inflación impacta en los precios de todo tipo de productos y servicios, pero que impacta también en el costo del dinero, marginando a muchísimas personas del acceso a un crédito, o, en el mejor de los casos, limitando el monto de financiamiento que puede obtener y con ello limitando también el alcance del bien o servicio en el que pretendía usar el monto del préstamo.
En el caso de la vivienda la inflación impacta en varias vertientes a quienes necesitan este satisfactor fundamental.
Por un lado, es evidente que los costos de los materiales de construcción se han elevado provocando alzas en los precios de las viviendas o ajustes al producto, evidentemente en demérito del mismo, que implican reducir superficie, afectar ubicación o limitar acabados.
Futuros en riesgo
Afecta también en la medida en que el alza en las tasas de interés de los créditos implica ajustes a la baja en los montos de financiamiento, a que con base en su enganche e ingreso, una persona puede obtener.
Esto no es tema menor, porque significa que habrá muchísimas personas que hace unos meses podían comprar una casa, y que hoy ya no podrán hacerlo porque el encarecimiento del dinero provocará que se reduzca el monto de crédito que podrían obtener.
Es todo un tema, porque esa misma persona ya no podrá comprar la casa que hasta hace poco podía comprar, y que ahora, si insiste en comprar una vivienda, tendrá que comprarla más chica y/o con otra ubicación y/o con menos acabados o equipamientos.
Y el tema es que en estos momentos tendríamos que evitar que el temporal arrase con calidades de vida y potenciales futuros..,
Ciudades más humanas
Justo esas calidades de vida y potenciales futuros que habría que construir con base en Ciudades más Humanas, esas Ciudades que se construyen no solo abrazando utopías, sino generando proyectos integrales con visión de largo plazo implementados via regulacion, inversiones y alianzas con sociedad e iniciativa privada.
Y por supuesto, bajo esa premisa urge entender que si queremos ciudades más humanas necesitamos más y mejores viviendas.
Y el hecho es que bajo un contexto inflacionario ese objetivo se diluye si no entran en juega acciones contundentes que involucren esas tan necesarias alianzas de gobiernos, sociedad e iniciativa privada.
Urge, porque el hecho es que Sociedad Hipotecaria Federal acaba de emitir un reporte que señala que al cierre del segundo trimestre del año los precios de las viviendas ligadas a un crédito hipotecario se habían elevado 8% respecto al mismo periodo del año anterior.
Más y mejores viviendas
Y esto se traduce en que a nivel nacional el precio promedio de una vivienda adquirida con crédito hipotecario ya se ubica en 1 millón 502,000 pesos…
Y ojo, que esto está muy, pero muy alejado de las capacidades de compra de la mayoría de la población…
Más aún si consideramos que más de la mitad de la población económicamente activa no es derechohabiente de Infonavit o Fovissste, los dos grandes fondos de vivienda que tenemos en el país, ni sería fácil que calificara para obtener un crédito bancario.
Y claro que la desigualdad se mantiene aunque con diferente cara en cada región del país, y es por ello que las alzas en los precios de las viviendas son diferentes según el estado o el municipio que se analice.
Es muy interesante ver que en el primer semestre del año los precios subieron 6,4% en la Zona Metropolitana del Valle de México, en tanto que en la de Guadalajara creció 8.1%, en la de Monterrey 8.0%, en la de Puebla-Tlaxcala 8.1%, en la de Toluca 6%, en la de Tijuana 11.2%, y en las de León y Queretaro 6.7 y 7.4 por ciento, respectivamente.
Desequilibrios: la misma realidad
Con respecto al promedio nacional hubo una extraña paridad, 16 estados tuvieron alzas por encima del promedio nacional, y otras tantas las tuvieron por debajo del mismo.
El estado que registró mayor alza en los precios de las viviendas fue Quintana Roo, con 12.9%, en contraste con Zacatecas, que con 4.5%, fue el que tuvo el menor incremento.
En lo que respecta a municipios, la mayor alza fue en Los Cabos, Baja California Sur, con 13.6%, mientras que Tlacolula de Matamoros, Oaxaca, con 0.9%, fue el del menor registro.
Desequilibrios en torno a una misma realidad y a la necesidad de asumir que urge entender que si queremos ciudades más humanas necesitamos más y mejores viviendas.
Es un reto de garantizar calidades de vida.
Es un reto de garantizar potenciales futuros.
La entrada Si queremos ciudades más humanas necesitamos más y mejores viviendas se publicó primero en Centro Urbano .
Horacio Urbano
No hay comentarios:
Publicar un comentario