La Unión Europea concede el Premio Mies van der Rohe a ganadoras del Pritzker y reconoce a una cooperativa de vivienda
La Unión Europea otorgó su Reconocimiento más importante en materia de de arquitectura, el Premio Mies van der Rohe 2022, reconociendo proyectos contrastantes, uno de evidente impacto urbano, y otro que destaca por su alcance social.
En la decimoséptima edición que se entrega este reconocimiento, la Unión Europea concedió el Premio Mies van der Rohe al proyecto de la nueva sede de la Universidad de Kingston, obra del despacho Grafton Architects, de Yvonne Farrel y Shelley McNamara, ganadoras del Premio Pritzker 2020.
Reconocimiento a cooperativa de vivienda
Y en lo que constituyó una sorpresa, otorgó el Premio de Arquitectura Emergente a la cooperativa catalana de vivienda Lacol, por el proyecto de vivienda colectiva La Borda.
Con este reconocimiento, la Unión Europea manda un potente mensaje en cuanto al valor social que debe tener la arquitectura, formando parte de modelos innovadores, encaminados a dar respuestas puntuales y eficientes a demandas fundamentales de la sociedad.
EL proyecto de La Borda inició en el 2012, cuando un grupo de vecinos decidió agruparse para encontrar formas innovadoras de hacer frente a la crisis de vivienda que se vive en Barcelona.
Vivienda en ocupación colectiva
Y decidieron hacerlo a partir de un modelo de autogestión, en que se autorganizaron con base en un modelo de cooperativa para generar un proyecto de vivienda colectiva.
Con esa premisa, el colectivo Lacol nace a partir de un grupo de 14 profesionales con diferentes formaciones, que definen un modelo y promueven ajustes normativos y modelos financieros que permitieran desarrollarlo.
El proyecto responde a un esquema de diseño de ocupación colectiva, sobre la base de cinco criterios fundamentales: autopromoción, cesión de uso, vida comunitaria, sostenibilidad y accesibilidad.
Un van der Rohe inesperado
La solución arquitectónica se traduce en el edificio de madera más alto construido en Barcelona, que cuenta con una cubierta vegetal y usa placas fotovoltaicas para generar la energía que consume.
El proyecto es propiedad del ayuntamiento, sus habitantes solo lo ocupan hasta por 75 años, sin comprarlo o pagar renta. El suelo fue aportado por la ciudad, que recibe a cambio un pago anual.
Desde el inicio, el objetivo fue que las viviendas, espacios compartidos y el edificio en su conjunto, se adaptaran a las necesidades de quienes lo habitarían y no al revés, como sucede en la generalidad de los proyectos inmobiliarios, en que es el usuario el que debe adaptarse a la forma de vida que propone el proyecto.
Impacto social y urbano de la arquitectura
Este Premio Emergente reconoce una propuesta en que la arquitectura forma parte activa de un modelo que busca abrir espacios para la gente y combatir la especulación y la financierización de la vivienda y el suelo urbano.
En su edición 2022, el Premio Mies van del Rohe reconoce el impacto social y urbano de la arquitectura y otorga por igual valor a una firma ganadora del Pritzker, que a una cooperativa de vivienda.
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Redacción Centro Urbano