Por Román Meyer Falcón
La autoproducción de vivienda en México tiene una larga tradición y un fuerte arraigo en nuestra cultura. Gestionar el suelo, planificar y construir la vivienda, ya sea empleando la ayuda de contratistas o por obra de los propios usuarios, permite mayor control sobre las decisiones de ubicación, extensión, ejecución y supervisión del proyecto. Para miles de familias, un patrimonio autoproducido puede cumplir con sus necesidades sin salir de sus posibilidades económicas.
La mayoría de la gente en México opta por este esquema, y en los centros urbanos casi 7 de cada 10 viviendas son autoproducidas (CONEVAL, 2018). Se trata principalmente de familias que, por sus condiciones materiales, no pueden acceder a una vivienda en el mercado formal y buscan alternativas para construir, ampliar o reparar sus hogares paulatinamente, administrando sus recursos y la mano de obra a su disposición.
La autoproducción elimina la necesidad de intermediarios sin dejar de mover la economía. Las obras autoproducidas representan cerca de la mitad de los ingresos del sector y casi 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional cada año (INEGI, 2019), generando una derrama económica considerable. Es por eso que, en el Programa Nacional de Vivienda 2019-2024, hemos contemplado estrategias para impulsar la autoproducción, atacando así el rezago habitacional y mejorando las oportunidades para millones de personas, especialmente en zonas de marginación y pobreza con poblaciones vulnerables.
Esta publicación resume los principales objetivos y desafíos para una estrategia de autoproducción sostenible a nivel nacional. Se plantea una política de atención que vincula este modelo constructivo con el desarrollo urbano contemporáneo, alineándose con una visión de futuro compartida. También se ofrece un análisis de la autoproducción y sus beneficios en situaciones de crisis, su papel en la pandemia por el virus SARS2-Covid19 y su integración a las perspectivas de género y medioambiental.
Nuestra lección desde la administración pública, y la realidad para miles de familias es muy clara: la autoproducción es una opción asequible y adaptable para cumplir las demandas del mercado de vivienda en México. Siempre que se realice con calidad y asistencia técnica calificada, cuidando la funcionalidad y seguridad estructural de los inmuebles, puede responder eficazmente a necesidades reales y urgentes sobre el territorio. Seguirla impulsando desde el gobierno es elemental en la construcción de un futuro más incluyente y sostenible, donde todas y todos los mexicanos vean cumplido su derecho a una vivienda adecuada.
Román Meyer Falcón
Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano
Gobierno de México
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Columnista invitado
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