Por Luis Alberto Moreno Gómez Monroy.*
Para todos es sabido que el 2022 resultó ser un año complejo en todos los aspectos de la vida nacional y para todos los sectores económicos del país, incluyendo, por supuesto, a la industria de la vivienda, que ha demostrado ser resiliente y un puntal social, económico y laboral.
Los efectos que ha dejado la pandemia por COVID-19, el conflicto entre Rusia y Ucrania, así como la constante guerra comercial entre Estados Unidos y China han tenido una repercusión importante en la incertidumbre financiera global, lo cual perjudica a la cadena de valor y, con ello, a la demanda externa de los países. En ese sentido, dado que México es dependiente del exterior, las alteraciones que ocurran, principalmente en nuestro vecino del norte, provocarán un efecto en la política monetaria y, en consecuencia, en la economía nacional.
Aunado a esto, las presiones inflacionarias persistirán en el mediano plazo, por lo que, para contenerlo, el Banco de México seguirá incrementando la tasa de interés hasta llegar al 10.75% en el primer trimestre del 2023, lo cual se prevé se mantenga hasta inicios del 2024. De seguir así, el PIB en México podría superar los niveles previos a la pandemia hasta el año 2024.
Con todo esto en mente, los diferentes organismos internacionales y nacionales estiman para México un crecimiento económico no mayor del 1.6%.
Este contexto económico presenta una serie de retos para nuestro sector en 2023. En cuanto a la oferta, la incertidumbre económica podría deteriorar las cadenas de suministro, provocando un incremento en los precios de los materiales de construcción, lo cual perjudicaría el ritmo de producción del sector y, por ende, el valor de las viviendas. Por parte de la demanda, las expectativas crecientes de inflación a mediano plazo merman el poder adquisitivo de los hogares mexicanos, lo que reduce el ingreso disponible, debilitando el ahorro y limitando las compras de bienes de alto valor.
De manera adicional, el incremento de las tasas de interés influye negativamente en las opciones de financiamiento de los compradores potenciales que buscan un crédito hipotecario en las instituciones bancarias. Asimismo, vemos cómo los trabajadores que tienen acceso a un crédito de INFONAVIT o FOVISSSTE buscan potenciar su capacidad de compra para acercarlos a la vivienda que hoy tiene un costo de producción más alto ante las condiciones anteriormente mencionadas.
Para afrontar estos retos se requiere trabajar de la mano con los diferentes actores del sector para ejecutar políticas públicas federales y estatales que impulsen programas de apoyo para que las familias de bajo ingreso complementen su capacidad crediticia. Además, se vuelve necesario la diversificación de productos financieros, así como la posibilidad de otorgar financiamiento a familias de economía mixta o de ingresos provenientes de actividades no formales.
Por su parte, las instituciones financieras que impulsan la inversión de nuevos desarrollos de vivienda podrían flexibilizar la actualización de los valores referenciales de mercado derivado del incremento del costo de producción a causa del costo de materiales. Esto se sumaría a las estrategias implementadas por los desarrolladores para aminorar el impacto del incremento en los materiales y que éste no se aplique de manera directa en el costo final de las viviendas.
Por último, y no menos importante, debemos actuar de manera conjunta para generar alianzas sólidas en la cadena productiva del sector, así como fomentar nuevos procesos constructivos que se ajusten a la demanda de vivienda actual, para que este sea un año favorable para todos y no solo para aquellos que tengan inventario en sus empresas.
De esta manera, y tras todo este análisis, en la Cámara Nacional de la Industria y Promoción de la Vivienda observamos un escenario conservador para este 2023, porque a pesar de este contexto existe confianza en que habrá demanda de vivienda por la dinámica actual de la composición de nuevos hogares, gracias a los nuevos esquemas de financiamiento por parte de los Organismos Nacionales de Vivienda y de la banca comercial, además de la participación de los desarrolladores de vivienda, quienes nos hemos mostrado resilientes manteniendo niveles de producción muy cercanos a las metas de los ONAVIS.
CANADEVI estima para 2023, con información del Sistema Nacional de Información e Indicadores de Vivienda (SNIIV), una producción total de 299 mil 666 viviendas, las cuales serán individualizadas a través de créditos con INFONAVIT, que contará con 177 mil 968 viviendas, correspondientes al 59% del total; FOVISSSTE, que espera la colocación de 36 mil 984 viviendas, que representan el 12%; y la banca con 84 mil 714 créditos, que corresponden al 28%.
Hay mucho trabajo por hacer y los desarrolladores de vivienda afiliados a la CANADEVI estamos listos para trabajar con todos los actores clave de este sector para seguir haciendo realidad el derecho de toda familia mexicana a una vivienda adecuada.
* Luis Alberto Moreno Gómez Monroy
Presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda
(𝗖𝗮𝗻𝗮𝗱𝗲𝘃𝗶).
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Columnista invitado
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