lunes, 11 de enero de 2021

El 2021 que debemos construir

Por Horacio Urbano

Vivimos un 2020 de horror. Marcado por una pandemia que ha costado miles de vidas y que ha destruído empresas, empleos e ingresos familiares, y con ellas, oportunidades y expectativas de futuro.

Por eso, aún y cuando la emergencia sanitaria sigue con toda fuerza y debemos tener como absoluta prioridad hacerle frente, es necesario tener la capacidad de, en paralelo, sumar voluntades, objetivos y esfuerzos para hacer cuanto sea necesario para frenar el deterioro de nuestra economía.

Y no, no basta con proteger LA ECONOMÍA… Porque cuidar los grandes números de poco sirven si al mismo tiempo no se protegen empresas, empleos, ingresos y economías locales.

No es tema fácil, la ONU ha puesto como objetivo que el 2021 sea el Año de la Recuperación y es evidente que ello implica reconocer las diferentes circunstancias que se viven en cada región, en cada actividad productiva y en cada segmento de población.

Pero y con todo y que la recuperación debe ser una prioridad, no hay que perdernos en el discurso y profundizar en lo que tendría que significar esa recuperación, porque, para empezar, habría que reconocer que antes de que todo esto empezara nuestra economía ya venía inmersa en un proceso de desaceleración.

Por eso al hablar de recuperación hay que entender que no basta con regresar a lo que teníamos hace un año.

No basta con pretender recuperar el dinamismo con respecto a un año que en lo que respecta al desarrollo económico había sido bastante mediocre…

Y menos basta si no entendemos que volver a lo que teníamos antes de la crisis implica regresar a un desarrollo insuficiente, si lo que queremos es revertir los fenómenos de pobreza y desigualdad y crear condiciones que permitan un desarrollo planeado, incluyente, sostenible, sustentable, y sostenido.

La palabra RECUPERACIÓN es tan poderosa e importante que debe ser tomada con total responsabilidad, reconociendo como destino no lo que teníamos antes del naufragio, que había demostrado ser claramente insuficiente, sino las metas planteadas en un extraordinario Plan Nacional de Desarrollo con escenarios de largo plazo y sus correspondientes cortes a lo largo del tiempo, anclado en todos los instrumentos que le permitan la deseada transexenalidad.

Habría que plantear la recuperación sobre la base de, por ejemplo, los objetivos de la Agenda 2030, y hacerlo incluyendo la variable de acelerar implementación y resultados.

Habría que hacerlo reconociendo el verdadero potencial de cada actividad productiva, Reconociendo, por ejemplo, que la vivienda es ante todo un activo social de primer orden que antes que nada debe atender a profundidad las necesidades de todos los grupos de población, teniendo beneficios colaterales tan importantes como el desarrollo económico y la consecuente generación de empleos, pero también, siendo factor determinante en la construcción de mejores ciudades y en la preservación del medio ambiente.

Toca entender que el desarrollo inmobiliario en general, y la vivienda en particular, son el gran motor de la transformación urbana y que hoy las ciudades son la mejor defensa ante la pandemia y tendrían que ser la gran oportunidad de la Recuperación y del ansiado desarrollo.

Toca entender que esto es así… Y que para que sea posible es necesaria la suma de voluntades, capacidades y esfuerzos de sociedad, gobiernos e iniciativa privada… Todos coordinados… Todos en busca de los mismos objetivos.

Estamos ante un reto histórico… Ojalá tengamos la capacidad de convertirlo en una oportunidad histórica.

 

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Horacio Urbano

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