Por Horacio Urbano
La pregunta no es si la vivienda tiene FUTURO, un futuro con mayúsculas que verdaderamente valga la pena construir…
Lo tiene inevitablemente porque es un satisfactor social de primer orden.
La pregunta es si la vivienda, entendida como un ecosistema de producción, tiene capacidad de reinventarse para convertirse en esencia misma de una transformación que nos conduzca a mejores escenarios de FUTURO… Un futuro planeado que tenga como prioridad a las personas.
Es a partir de esa premisa que se puede afirmar que el futuro de la industria de la vivienda depende de la capacidad que pueda tener para atender a todos los segmentos de población en una forma sustentable y sostenible, garantizando modelos de producción de alto impacto ambiental y social.
Depende de su capacidad de leer a la sociedad y poder trabajar con los gobiernos para hacer de la vivienda un poderoso motor de desarrollo que permita asumir un compromiso con el FUTURO.
Depende de que todos los que forman las diferentes cadenas de valor relacionadas con la producción de vivienda se sumen a un objetivo conjunto y asuman compromisos tan básicos, pero tan fundamentales, como el cumplimiento de la Agenda 2030 y la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Depende de entender la vivienda a partir de la necesidad de crear mejores entornos urbanos.
Depende de que quienes forman parte de este complejo ecosistema interioricen estos conceptos, los hagan suyos y los incorporen a su adn y a sus modelos de negocio, lo que les permitirá asumir en su totalidad el reto habitacional y entender las complejidades aún de los segmentos en que no participan.
Los datos recientemente publicados del Censo 2020 nos hablan de más de 126 millones de mexicanos (la mitad de ellos en condición de pobreza) que habitan un parque habitacional de más de 44 millones de viviendas, lo que supone el espejismo de que no se necesitan viviendas, aún y cuando datos oficiales ubican el rezago habitacional en 9 millones de unidades.
Hay que creerle a la contundencia del rezago, que nos habla de un evidente déficit cualitativo y del enorme reto de atender dicho rezago construyendo viviendas y ciudades de calidad.
El FUTURO de la vivienda está ligado a la capacidad de tomar sus retos y convertirlos en oportunidades y motores de cambio.
Está en entender que no podemos darnos el lujo de entender la reactivación solo como la posibilidad de regresar a lo que estábamos viviendo hace un año.
La verdadera esencia de esa reactivación está en recuperar el paso no para volver atrás sino para correr en busca de los retos del FUTURO.
No se trata solo de hacer viviendas, aún cuando sea que la gente las necesita y que en su producción se generan actividad económica y empleos.
Se trata de hacer esas viviendas que permitan ir modelado las ciudades y las comunidades del FUTURO… Ciudadesy comunidades más eficientes, justas, competitivas y sustentables.
Se trata de no caer en el error de asumir el futuro -ese futuro chiquito que se puede escribir usando solo minúsculas-, solo como el inexorable paso del tiempo, y entenderlo como ese FUTURO poderoso y deseado que juntos podemos construir para que valga la pena escribirlo con mayúsculas.
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Horacio Urbano
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