Por Horacio Urbano
Ayer se conmemoró el Día Nacional de la Vivienda 2021, una efeméride que nació apenas en el 2017, como una iniciativa del Senado de la República, en busca de hacer un llamado recurrente para destacar el papel que juega la vivienda en la conformación de un país más justo, eficiente, competitivo y sustentable.
No es tema menor si consideramos el valor social de la Vivienda… Menos aún en el contexto de la inmensa crisis que estamos viviendo, y que además del riesgo sanitario, implica la posibilidad de incrementar los niveles de pobreza y el deterioro de la calidad de vida de millones de personas.
Este año el Día Nacional de la Vivienda es tema que obliga a la reflexión y a la acción.
A la reflexión, a fin de entender que el éxito de una Política de Vivienda solo se entiende a partir del resultado de un sistema que permita atender con eficiencia, oportunidad y suficiencia, las necesidades de vivienda de todos los segmentos de población, sin importar dónde viven o cuánto ganan.
Un sistema que reconozca y responda a las necesidades y capacidades de todos, incorporando a la solución factores tan importantes como el respeto a los criterios culturales, el uso de tecnologías y materiales locales, la cobertura de seguridad social, el respeto al medio ambiente, la adecuación a los aspectos climatológicos, la formación de comunidad, los vínculos con los contextos y servicios e infraestructuras urbanas y regionales, el acceso a la tecnología, y la inclusión financiera.
Un sistema en que colaboren y se apoyen sociedad, gobiernos e iniciativa privada, modelando productos y servicios que respondan a los diferentes segmentos de la demanda de vivienda.
Y a la acción, porque no podemos permitir que la vivienda -o mejor dicho, la falta de ella- sea factor que agudice los efectos de la crisis que ha traído la pandemia.
Porque al igual qué pasa con otros aspectos de la política social, hay que decir que si algo sobran en materia de vivienda, planeación urbana y ordenamiento territorial, son diagnósticos…
Sabemos bien que faltan inversiones en todo tipo de infraestructuras, y sabemos muy bien que es urgente hacer ajustes muy importantes a los instrumentos de planeación y gobernanza urbana con que operan todas las ciudades del país.
Y sabemos también que hacen falta productos financieros que permitan atender las necesidades de vivienda de la población de bajos ingresos y de quienes no son derechohabientes de los grandes fondos de vivienda que operan en el país.
Sabemos que el reto de atender la demanda de vivienda de los mexicanos más pobres es complejo, y que aunque quizá pueda implicar un componente de subsidios, requiere ante todo voluntad y coordinación política… Requiere despolitizar la agenda y privilegiar el interés colectivo por sobre los colores de los partidos políticos.
Requiere acuerdos, muchos acuerdos y la capacidad de alcanzarlos… Y requiere también tejer y fortalecer alianzas con el sector privado, con organizaciones de la sociedad civil y con instancias internacionales.
No, el Día Nacional de la Vivienda no es motivo de festejo y felicitación… Es, como toda efeméride de este tipo, un llamado a la reflexión, a la unidad y a la acción.
Es momento de hacer un alto en el camino para poder evaluar resultados, leer la dirección del viento, hacer ajustes en las velas y seguir navegando con rumbo al objetivo de que todos los mexicanos encuentren condiciones que les permitan hacer efectivo su personal Derecho a la Vivienda.
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Redacción Centro Urbano
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