martes, 26 de diciembre de 2017

INAH concretó proyectos que rescatan arquitectura antigua

En varias regiones del país la Instituto abrió al público varios espacios que permiten apreciar las características de construcción en centros urbanos prehispánicos

Durante este año el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) consolidó diversos proyectos que permiten apreciar la arquitectura de varias zonas arqueológicas, así como dar muestra del urbanismo que se tenía en estos lugares.

Entre los proyectos se encuentra Tehuacán Viejo, en San Diego Chalma, Puebla, considerado un centro de culto y cabecera política más importante en el sur del actual estado de Puebla durante el periodo Posclásico (1000 d.C.-1456 d.C.).

“El sitio popoloca se distingue por los conjuntos de edificaciones distribuidos en los desniveles de una meseta. Destacan plazas donde se realizaban ceremonias, unidades habitacionales destinadas a los gobernantes y sacerdotes, basamentos piramidales en cuya cúspide había templos, así como restos de drenaje y conductos de agua”, explicó el INAH.

Las investigaciones en este lugar se realizaron a lo largo de 20 años, en los que se descubrieron grandes esculturas de basalto con una técnica muy depurada que permite admirar los detalles de las vestimentas de los dioses y características de la calidad escultórica. Un conjunto que puede conocerse a través del Museo de Sitio de Tehuacán.

Mientras que Teteles de Santo Nombre, en Tlacotepec de Benito Juárez, también en Puebla, tiene características arquitectónicas similares a Teotihuacan, con importantes rutas de comunicación y un centro urbano de primer orden, que floreció hacia 400-650 d.C.

“En su extensión aproximada de 60 hectáreas se conservan restos de plataformas habitacionales, montículos piramidales, plazas, terrazas, zonas de circulación, construcciones aisladas y altares que hacen de este sitio el más grande y monumental del sur de Puebla”.

Asimismo, en Cholula se reabrió el Museo Regional de Cholula, edificio dedicado a mostrar la evolución geológica del valle, que su desarrollo cultural en época prehispánica, con un acervo de 394 piezas cerámicas y de lítica, así como algunas elaboradas en concha y otros materiales.

Trabajos en la Ciudad de México

A principios de noviembre, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, se inauguró un vestíbulo en la Zona Arqueológica del Templo Mayor, mismo que permitirá un acceso controlado a los vestigios del también llamado Huey Teocalli.

De esta forma, los visitantes podrán observar restos de un piso hecho con grandes bloques de piedra andesita, que corresponde a una parte de la plaza frente a Templo Mayor; una sección del Cuauhxicalco, plataforma relacionada con ceremonias del fuego y las exequias de los dignatarios mexicas; los restos de un xocotl o árbol sagrado; sahumadores con mangos en forma de cabeza de serpiente; una ofrenda de autosacrificio; cetros en forma de venado y serpiente y representaciones de deidades como Xiuhtecuhtli y Tláloc, entre otras piezas.

Asimismo, con la participación del gobierno capitalino se estrenó la iluminación general y puntual de algunos de sus monumentos.

“Justamente el Programa de Arqueología Urbana (PAU) del Museo del Templo Mayor, reveló los avances de uno de sus grandes hallazgos: el Huei Tzompantli. Se estima que el Gran Muro de Cráneos del Recinto Sagrado de Tenochtitlan pudo alcanzar 36 metros de largo y en promedio 12 o 14 metros de ancho, aunque por ahora, el PAU sólo ha detectado al interior de este terreno 13 metros de longitud y 6 metros de ancho de la estructura”.

También en la capital del país, un equipo de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH descubrió el Zócalo del Monumento a la Independencia, proyectado para erigirse en la Plaza Principal de la Ciudad de México, en 1843.

Esta obra, que encabezó el entonces presidente Antonio López de Santa Anna, fracasó por diversas razones y quedó en esbozo. Los arqueólogos registraron una plataforma circular de 8 metros de diámetro y 28 centímetros de altura, el famoso ‘zócalo’, cuyo hallazgo consta en una placa instalada en la Plaza de la Constitución.

Asimismo, tras siete años de trabajo de excavación arqueológica en un predio ubicado a espaldas de la Catedral Metropolitana, los restos del principal Templo de Ehécatl (dios mexica del viento), así como de una esquina del Juego de Pelota de la antigua Tenochtitlan quedaron al descubierto. Dichos hallazgos permiten identificar un rostro más amplio de la cultura mexica.

Estudios en Teotihuacán

El INAH en conjunto con especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizaron un estudio en con el fin de comprobar la existencia de un conducto que correría del centro de la Plaza de la Luna a la pirámide del mismo nombre. Las imágenes obtenidas a través de una tomografía de resistividad eléctrica, sugieren la existencia de una cavidad recta a diez metros de profundidad.

“El hallazgo confirmaría que en la Pirámide de la Luna, los teotihuacanos reprodujeron el mismo patrón de túneles asociados a otros grandes monumentos, caso de la Pirámide del Sol y el Templo de Quetzalcóatl”.

Labores subacuáticas

En el sureste del país, este mes fue abierto el Museo de Arqueología Subacuática, en San José El Alto, Campeche, con lo que se concretaron más de 30 años del desarrollo de esta disciplina en nuestro país y convirtiéndose en el primero dedicado a esta temática en América.

En sus instalaciones se puede hacer un largo recorrido para apreciar más de 10,000 años, desde el Pleistoceno hasta nuestros días.

Este sitio y las comunidades que protegen el Nevado de Toluca y su entorno, en el Estado de México, fueron incluidos en el Registro de Buenas Prácticas en materia de protección, conservación y difusión del Patrimonio Cultural Subacuático.

“Además, en Chichén Itzá, el equipo del proyecto Gran Acuífero Maya (GAM) busca crear un modelo digital sin precedentes, con un registro en tercera dimensión tanto de la arquitectura en superficie, como de las cuevas, los pasadizos y los cenotes del subsuelo que habrían dado origen a la ciudad.

“Un equipo multidisciplinario e interinstitucional emprende un mapeo subterráneo de sus principales estructuras, con el cual se espera confirmar la ‘geografía sagrada’ que habría guiado a los antiguos mayas en el diseño urbano”.

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Diego Rodríguez

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