Claudia, Xóchitl y Jorge; es tiempo de privilegiar la irrenunciable esencia humana de la vivienda, sin por ello dejar de lado sus potenciales como generador de desarrollo económico, patrimonio e inversión.
Por Horacio Urbano*
A ver. Sí… Ya sabemos que la vivienda es un poderoso motor de la economía, que genera valiosos puntos del PIB, montones de empleos y derrama económica que alcanza a todas las regiones del país y a cerca de 40 ramas de la economía.
Y eso está cañón… Y es cosa que nunca hay que olvidar.
Sí, también sabemos que la vivienda es fundamental en el proceso de creación de patrimonio de muchos, muchos mexicanos, y que también para otros muchos, es un insustituible destino de inversión.
Y eso también está cañón. Y tampoco hay que olvidarlo.
Porque la vivienda es patrimonio y desarrollo.
Peeeeeero, tampoco nos equivoquemos, porque con todo y la importancia de esos temas, no son, por mucho, los que definen el adn de la vivienda, y con ello, la razón de que deba ser prioridad constante en los programas de gobierno de todo servidor público y plataformas políticas de quienes aspiran a gobernar o legislar en un municipio, un estado o el país.
Y es que la razón fundamental de la vivienda… Es la gente.
Es simple, y trazando un sencillo paralelismo con la medicina, si tuviéramos que decir que el rezago habitacional es la enfermedad, lo claro es que los pacientes son las personas, no las casas, ni las empresas que las hacen, ni las instituciones que las financian.
Por eso, al hablar de estas agendas, tenemos que poner por delante de toda consideración, la irrenunciable esencia humana de la vivienda.
Porque la vivienda cumple una función fundamental como satisfactor social que no solo beneficia a quienes la habitan, sino que, además, tiene un impacto definitivo e innegable en las estructuras comunitarias y urbanas en que se ubica.
Y es que antes que pensar en patrimonio o inversión, la gente piensa en la vivienda como un satisfactor social de primer orden, que le brinda la protección fundamental, y al mismo tiempo determina el grado de acceso a todas las promesas de desarrollo que puedan estar a su alcance.
La gente no dice al recibir su casa: “gracias a Dios, que ya tengo un patrimonio y una muy buena inversión, y que al tenerlo moví el PIB y generé empleos”.
Lo que dice, es “gracias a Dios, porque ya tengo un techo para mi familia”.
Y claro, ello no implica que no haya gente que sí quiera y pueda pensar en patrimonio, inversión o el valor de su vivienda como parte del desarrollo económico.
Por eso una política de vivienda no debe tener como única prioridad la esperanza de que todos sean propietarios de su vivienda.
Porque eso, más allá de las complejidades económicas, tiene que ver con reconocer las realidades, necesidades y aspiraciones, de toda la gente que conforma la población de un barrio, una comunidad, una zona metropolitana, una entidad federativa, o el país entero.
Porque las necesidades, cuando hablamos de vivienda, pueden ser tan diversas, como diversa pueda ser la estructura demográfica de un país.
Y es por eso que atender con oportunidad, eficiencia y contundencia el reto habitacional, implica reconocer que así como hay gente que quiere y puede comprar una vivienda, nueva o usada, hay quienes lo que quieren y pueden es rentar, construir o remodelar.
O que lo que quieren es un terreno o poner en orden los papeles de la casa que ya tiene.
Y que hay también quienes quieren y pueden hacerlo a partir de modelos no convencionales de ocupación, financiamiento o producción.
Todo eso es vivienda.
Y el verdadero reto está en tener la capacidad de leer debidamente esas necesidades y crear respuestas adecuadas para cada caso, pensando en diferentes modelos de ocupación, diferentes tipologías, diferentes regímenes de propiedad, diferentes modelos de producción, diferentes marcos normativos y diferentes esquenas de subsidio y financiamiento.
Y ello implica identificar y fortalecer lo que se ha hecho bien, mejorar lo que es mejorable y levantar la mirada de la mesa para reconocer soluciones que puedan haber funcionado en otros lugares y que quizá sea momento de considerar para México.
Y claro… En este proceso se tendrían que atender las necesidades específicas de quienes puedan considerar la vivienda como una semilla de patrimonio o un destino de inversión.
Y se tendrían que fortalecer las capacidades de una actividad productiva que impacta positivamente al PIB, al empleo y a las economías locales.
Es tema de privilegiar la irrenunciable esencia humana de la vivienda, sin por ello dejar de lado sus potenciales como generador de desarrollo económico, patrimonio e inversión.
Todo eso puede lograr la vivienda.
Anticorrupción inmobiliaria CDMX
Apenas para empezar el año, prácticamente como regalo de Reyes, el jefe de gobierno capitalino, Martí Batres Guadarrama, presentó una iniciativa de Reforma al Código Penal de la Ciudad de México, para establecer el delito de corrupción inmobiliaria, que considera penas de hasta de 20 años de cárcel para servidores públicos que autoricen la construcción de más niveles de los permitidos en las nuevas edificaciones.
La iniciativa también contempla incrementar 50% la pena, cuando el funcionario pida al desarrollador un pago en efectivo o con departamentos a cambio de los permisos.
Es evidente que todos los ciudadanos debemos aplaudir que se persiga con todo la corrupción, no solo en la industria inmobiliaria, sino en todo proceso y nivel de gobierno, aunque no deja de ser significativo, que la iniciativa se presente apenas dos días después de que el Congreso Chilango rechazara la propuesta de ratificar a Ernestina Godoy, como fiscal de la CDMX.
Y ojo, que además, se presenta en tiempos políticos en que uno de los argumentos que desde el gobierno y el partido oficial, se usan con mayor denuedo contra la oposición, sea precisamente el del mítico “Cartel Inmobiliario”.
Pero bueno, sin ver moros con tranchetes, lo justo es decir que es oportuno y positivo que se presente esta iniciativa, para acotar con total claridad qué es, quiénes lo forman, y cuáles son los alcances de este Cartel Inmobiliario, para, de una vez por todas, evitar que esta desprestigiada marca siga manchando indiscriminadamente a todo un sector.
Que vayan con todo sobre funcionarios y empresarios que hayan incurrido en delitos de corrupción inmobiliaria.
Que lo hagan sin importar en qué partido milita el infractor, y, es más, aún con mayor claridad si fuera el caso de que se trate de alguien del partido oficial.
Que lo hagan… Y que al mismo tiempo dejen ya de usar la marca Cartel Inmobiliario, en forma generalizada.
Que digan quienes son los malos… Pero que digan también, quienes son los buenos.
Qué bien que vayan con todo contra la corrupción que afecta al sector inmobiliario, y que en muchos casos se ha convertido en un auténtico derecho de piso, con que funcionarios de todos los colores y todos los niveles, extorsionan cotidiana y abiertamente a los empresarios de las cerca de 40 ramas productivas relacionadas con esta actividad.
Ojalá que la iniciativa esté planteada con el ánimo correcto, y no termine siendo un garrote político que no cumpla con el propósito de acabar con la corrupción, y acabe de paralizar al ya bastante deteriorado sector inmobiliario de la capital del país.
Perspectivas 2024
Con el fin de entender el año que se nos vine encima, invitamos a un grupo de expertos a que nos dieran su opinión sobre el futuro inmediato relacionado con los sectores construcción, inmobiliario y vivienda.
Esto dio como resultado una increíble serie de columnas y charlas que estaremos publicando en las diferentes plataformas de Centro Urbano y circulando por nuestras redes sociales, bajo el HT #CUperspectivas2024.
No se las pierdan…
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano
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Horacio Urbano
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